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Los buenos amigos

Mirad los cerros y los campos blancos, ¡blancos de tanta nieve!

Hoy el conejito no tiene nada para comer. Abre la puerta y… ¡brrr, qué frío hace!

El conejito decide ir a buscar algo para comer y ¡no diríais nunca qué ha encontrado! Pues dos grandes zanahorias que dormían bajo la nieve.

Las sacude, las olisquea y se come una. Ya no tiene más apetito y se dice: ”Ha nevado tanto y hace tanto frío que seguro que mi vecino el caballito debe de estar muerto de hambre. ¡Le llevaré esta otra zanahoria a su casa!”

El conejito corre que te corre a la casa de su vecino el caballito.

¡Toc, toc! Abre la puerta y…. ¡Oh! ¡El caballito no está!

Deja la zanahoria y se va.

El caballito está buscando algo para comer. Con su pezuña hurga en la nieve y….
¡No diríais nunca qué ha encontrado!: un nabo rechoncho, blanco y morado que se escondía bajo la nieve, lo olisquea y se lo come. Harto y satisfecho, regresa a su casa.

Al entrar, ve la zanahoria y dice:
-¿Quién la habrá traído? Seguro que ha sido mi vecino, el conejito gris: sus huellas quedaron impresas en la nieve. Qué buen corazón el suyo.

Y aún añadió:
-“Ha nevado tanto y hace tanto frío que la ovejita debe de estar muerta de hambre. Le llevaré esta zanahoria y regresaré.

La ovejita de rizos negros ha salido a buscar algo para comer y… ¡no diríais nunca qué ha encontrado! Una col que se escondía bajo la nieve. La ovejita se come la col y no deja ni una sola hoja. Harta y satisfecha, regresa a su casa.

La ovejita entra en su casa y, al ver la zanahoria, dice:
– “¡Una zanahoria! ¿Quién la habrá  dejado? Seguro que fue el caballito: se pueden ver sus huellas en la nieve. Y aún añadió:
-Ha nevado tanto y hace tanto frío que mi vecino, el cervatillo, estará muerto de hambre. Le llevaré esta zanahoria y regresaré”.

La ovejita de rizos negros corre que te corre por la nieve que cruje y resbala, por los prados helados y por el bosque hasta la casa del cervatillo. ¡Toc, toc! Abre la puerta y…

¡Oh! ¡El cervatillo no está! Deja la zanahoria y se va.

El cervatillo ha ido a buscar algo para comer y, ¡no diríais nunca qué ha encontrado! Una mata de hierba helada y briznas de pino verde. Come hasta hartarse y luego regresa a su casa. Ve la zanahoria y dice:
– “¿Quién la habrá traído? Creo que ha sido la ovejita de rizos negros. Perdió uno de sus rizos al salir de aquí”. Y aún el cervatillo, añadió:
– “Ha nevado tanto y hace tanto frío…. seguro que el conejito gris debe de estar muerto de hambre”. Le llevó la zanahoria y regresó.

El cervatillo rojo salta verjas y matas de acebo, y corre por peñascales y bosques sin hojas hasta llegar, al fin, a la puerta del conejito.

El cervatillo encuentra la puerta entornada y al asomar la cabeza al interior de la casa ve al conejito gris en su cama, durmiendo.

Con gran sigilo, deja la zanahoria a los pies de la cama. Pero entonces, el conejito se despierta y el cervatillo rojo le dice:
– “Ha nevado tanto y hace tanto frío que, a lo mejor, no tienes nada para comer. ¡Te traigo una zanahoria!”

Y así pasó que del caballito a la ovejita y de la ovejita al cervatillo, la zanahoria regresó al conejito.

¡Oh, los buenos amigos!

*Ilustración Gemma Sales

                                                              

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